Gabriel Lindström - Ash Stymest

Gabriel Lindström o como le suelen llamar, PuntoG, nació en Estocolmo, la capital de Suecia y la ciudad del frío helador, desde el primer día de vida del moreno se veía venir que no iba a ser normal, no estaba destinado a ser uno más del montón y jamás lo ha sido.
Los padres de Gabriel lo dejaron abandonado el mismo día de su nacimiento en la puerta de uno de los orfanatos de la ciudad y el pequeño nació sin saber siquiera si su apellido era su apellido real o no.
Las cosas a lo largo de su infancia no fueron lo que se puede decir precisamente fáciles, el orfanato no era más que un lugar en el cual a los encargados les importaba una mierda lo que hicieran sus “protegidos”, los jóvenes del lugar salían de esta y volvían cuando querían, los estudios nunca fueron su fuerte pero aún así fue pasándolos a duras penas con notas raspadas mientras en su vida se iban introduciendo las drogas, las malas compañías y la música. Fue el mismo amigo el que le paso por primera vez un porro y el que le enseñó a tocar lo que años más tarde sería una de las pocas razones para seguir viviendo, la batería.
Gabriel comenzó a volverse un drogadicto, la hierba, la cocaína y el tequila formaban más parte de su menú que el agua.
Las calles eran su casa, aprendió a dormir con un ojo abierto por si las moscas, a decorar su ciudad con los más elaborados grafitis y a ignorar el dolor, el frío y la depresión.
Fueron los grafitis los que le construyeron el puente hacia lo que parecía ser su futura salvación, un profesor de San Francisco que pasaba sus vacaciones de invierno en Suecia se maravillo con sus trabajos y le ofreció una beca para estudiar artes en la ciudad antes nombrada.
PuntoG no se lo pensó dos veces y dejo atrás todo lo que tenía, que venía a ser más o menos nada, para viajar unos cuantos kilómetros más allá del enorme Atlántico. Con 15 años y residiendo en una casucha en San Francisco conoció a su nueva vecina, una pelirroja que le ayudaba cada día a abrir la puerta de su casa cuando él no podía ni andar debido a los índices de droga en su cuerpo.
Pronto descubrieron que tenían algo común, la música unió a los dos con un lazo más fuerte que cualquier otra cosa, un mismo sentimiento y un mismo alma en cuerpos completamente diferentes.