Andrómeda Kirgyakos - Filippa Smeds

Dulce, dulce y más dulce, la vida de la pelirroja había estado rodeada siempre por un manto de color rosa, nació en la ciudad de Delfos en el seno de una familia de clase media compuesta por sus padres (Magg y Konos) y su hermano pequeño (Yago). Jamás le falto de nada, y ella se comportaba como cualquier otra niña perfecta de su barrio, pero las cosas buenas nunca duran demasiado y pronto se avecino el desastre.
Una mañana fría de invierno el teléfono sonaba y sonaba en casa de los Kirgyakos pero nadie lo cogía, no había nadie en casa, o mejor dicho, nadie que hubiera en casa era capaz de cogerlo, ambos padres se encontraban muertos en el suelo, la mujer con una balazo en el pecho y el padre con otro en la sien derecha, el hermano pequeño aún tenía un resquicio de vida mientras se desangraba por una herida en la tripa al lado de su madre llorando.
Así se encontró Andrómeda el panorama cuando llego a casa, una imagen que jamás se borrara en la cabeza, la misma que sigue asaltándole a día de hoy en cada pesadilla nocturna y ante la cual se despierta envuelta en sudor y soltando gritos indescifrables.
El asunto se aclaró minutos más tarde cuando el niño le contaba entre jadeos de últimos esfuerzos lo ocurrido a su hermana, su padre había llegado a casa borracho y había comenzado a pegarle, cuando Magg se interpuso entre su marido y su hijo Konos se libró de ella con un balazo para acabar pegándose otro a sí mismo.
Yago no tardó en fenecer finalmente y Andrómeda fue trasladada a casa de su tía en San Francisco con tan solo 15 años donde tuvo que seguir de nuevo con una vida que ella no quería ya, a pesar de todo su forma de ser no cambio, la Yaka de siempre seguía ahí, dulce cual nube de algodón, vergonzosa hasta consigo misma, dada a ponerse colorada a cada instante y haciéndoles sentir a los demás esa necesidad de achucharla de siempre.
Fue entonces donde conoció a Gabriel, el Yin de su Yan, el que años más tarde seguiría siendo indispensable para ella y el mismo joven borde y malhablado que le dio lo que sería la clave para no derrumbarse en la agonía de los recuerdos, la música.
Resultó que Yaka había nacido para la música al igual que Gabriel, la voz de la pelirroja se caracterizaba por su dulzura y su capacidad de hacer sentir a los demás sensaciones con solo dar una nota, no tardaron mucho en fundar lo que ahora se llama The Magic Three, grupo en el que ambos participan y del cual solo sabe el origen de su nombre Gabriel.